Por Daniel García A.- INTRODUCCIÓNLa salvación tan grande que Dios ha provisto, no es más importante que Dios mismo, pero tenemos que considerar que cuando nos acercamos al Señor, el Autor de la salvación debe ser quien poco a poco vaya ocupando el centro de la escena
Debemos concordar que la mayoría de nosotros se ha acercado a Dios sumamente preocupados por sus necesidades: ya sean las del cuerpo (sanidad), u otras más profundas, como el caso de María Magdalena (Luc.8:2); y quizás la gran mayoría lo hemos hecho por nuestra necesidad espiritual: la vida eterna. El evangelio recibido ha estado, además, más centrado en las necesidades humanas que en la gloria de Dios. No obstante ello, nuestra naturaleza carnal y egoísta no experimenta cambios hasta que alcanzamos la salvación que nos transforma y capacita para mirar primero la gloria de Dios, luego las necesidades de los semejantes y por último, las propias.
Sin embargo, a pesar de la enorme trascendencia que conlleva la salvación, es un tema que ha sido ensombrecido por la confusión: a muchos los ha sumido en dudas, a otros, en una falsa confianza que les permite vivir una vida liviana. Ambas cosas están reñidas con las Escrituras.
Lamentamos la confusión y el poco interés de muchos en un tema semejante, siendo que en Fil.2:12 se nos pide que nos preocupemos de "nuestra salvación con temor y temblor", que no quiere decir albergando dudas, sino investigando todo lo concerniente a ella con honestidad y con humildad en la Palabra y confiando en lo que ella dice de todo corazón.Los extremos: (a) los que dicen que ni siquiera hay que predicar, pues los elegidos se salvarán desconociendo el "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Mar. 16:15-16). Endurecen sus corazones y cierran sus ojos a las necesidades de los hombres y no pueden ver como veía Jesús: "Salió él, y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tienen pastor, y comenzó a enseñarles muchas cosas" (Mar.6:34). También se olvidan de Juan 3:16 que conocemos de memoria y de 2° Ped.3:9 "El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento", entre otra infinidad de pasajes semejantes.
Por otro lado (b) los que dicen que la salvación se pierde, desconociendo las enseñanzas de Jesús acerca de los suyos (Juan 10:27-29) "Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen; yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre". También desconocen el vigor con que los apóstoles predicaron en Pentecostés y escribieron en las epístolas y el fenomenal re-descubrimiento de la doctrina de la justificación por la fe por la Reforma.
Estos hermanos desconocen todo esto, porque hacen hincapié indebidamente en la voluntad soberana del hombre que puede invalidar el cuidado del Hijo y del Padre y salirse de sus manos para destruirse por la eternidad, ignorando que cuando se entregaron a Cristo Dios engendró en ellos una nueva vida que es eterna, y que no muere al poco tiempo. Les invitamos a encontrar un solo texto en la Biblia en donde se diga que una nueva criatura puede volver a morir. Todavía más, para algunos luego vuelve a vivir si se arrepiente, como si fuera una salvación que puedo tomar y dejar!!!... Contra esto, repetimos lo que dijo Jesús y que creemos de todo corazón: "y no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mi mano..."Algunos dicen que el resultado final de la salvación es el mismo, por lo tanto no hay que preocuparse demasiado: cuando alguno se aparta del Camino, algunos dirán que nunca había sido salvo; los otros, que perdió la salvación. Es decir, que para ambos extremos la tal persona está perdida. Advertimos mucha liviandad en estos temas trascendentales en donde no se busca humildemente la revelación del Señor, sino que se toma partido. En todos los casos, tomar el partido por una u otra posición, endurece. La revelación genuina, quebranta.B.- LA DOCTRINA DE LA ELECCIÓN Y REGENERACIÓN
Dios elige y el pasaje excluyente es Rom. 9:8-24 cuya lectura cuidadosa recomendamos. No hay duda que la base de la elección es la soberanía de Dios sin tener en cuenta para nada la voluntad del hombre. Tendríamos que arrancar la hoja de la Biblia para no creer esto que seguramente choca muy fuerte a nuestra mente limitada y natural. Es verdad que, luego en el tiempo, vendrá la participación del hombre aceptando la salvación.
Algunos sostienen que según Rom. 8:29 ("a los que antes conoció, también los predestinó...") que la elección fue en base a la presciencia, pero con ese texto se podría sostener esto, pero también hay lugar para decir que los conoció porque los había elegido de antemano que es la interpretación correcta para que armonice con lo que dice Romanos 9.
Algunos textos que tienen que ver con la libre elección de Dios: Hech.13:48 "Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos cuantos estaban ordenados para vida eterna".
En Juan 3 Jesús le dice a Nicodemo que se trata de un nuevo nacimiento. Es decir, una regeneración, una vida que es eterna y no puede morir, no dice en ningún lugar la Palabra que esa vida muere. Tan fuerte es esta doctrina que en el caso extremo de 1ª. Cor. 5 Pablo les pide que lo entreguen "a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús".
Además, en 1ª. Cor. 3:12-15 dice "..Si la obra de alguno se quema, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego".C.- PASAJES DIFÍCILES
El caso de Judas. Siguió al Señor porque él lo llamó. Predicó y echó fuera demonios y sano enfermos (hizo lo que todos hicieron, pues nunca se hace una salvedad), pero entregó al Señor y terminó mal. La Palabra dice que era un hijo de perdición y nunca dijo que había sido regenerado. Que haya experimentado el poder de Dios en bendecir a otros, es posible. En el A.Test. un asna profetizó y nunca fue convertida (Núm. 22:28-30). En Mat. 7:21-23 el Señor contesta a quienes habían profetizado en su nombre, y echado fuera demonios en su nombre e hicieron milagros: "Nunca os conocí. ¡Apartaos de mi, hacedores de maldad!". Entendemos que estos casos se ajustan a lo que dice el difícil pasaje de Heb. 6, en donde aquellos que "fueron iluminados, gustaron del don celestial, fueron hechos partícipes del Espíritu Santo y ...recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento..." Notemos que no dice que alguna vez fueran regenerados y la Palabra dice que se puede experimentar todo eso y no serlo.El "pecado de muerte" de 1ª. Jn.5:16-17 "...Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida..." Algunos asocian esto a la blasfemia contra el Espíritu Santo (Mat. 12:31-32), la cual no será perdonada ni en este siglo ni en el venidero. Sin embargo no tiene nada que ver el texto de 1ª. Jn. con el de Mateo, pues el de Mateo es producido por inconversos que evidentemente tienen luz y rechazan la luz aduciendo que no es la obra de Dios, para justificar su rechazo. El de 1ª. Jn. notemos que no dice que sea un determinado pecado, sino simplemente que hay pecado de muerte y no se está refiriendo a la pérdida de la salvación, sino a la pérdida de la vida física y por lo tanto lo podemos asimilar al fracaso de la vida espiritual, pero no tiene que ver con la vida eterna. Creemos que se ajusta más a lo sucedido con Ananías y Safira en Hech. 5:1-11. No es un determinado pecado, pero sí una determinada situación que el Espíritu Santo comunica a la iglesia, en este caso a través de Pedro, que no hace oraciones por estos que han pecado, porque es guiado a reprenderlos con las consecuencias conocidas de muerte. ¿Nunca nos preguntamos cuál ha sido el destino eterno de los que murieron en el desierto y que no entraron en la tierra prometida? Creemos que había entre ellos incrédulos y también creyentes que perdieron sus vidas físicas, pero estos últimos no su vida eterna.Reconocemos que hay otros pasajes que sería bueno examinar, pero por razón de lo limitado de este estudio no lo podemos tocar. Baste agregar como regla general de una buena interpretación, que los pasajes difíciles no deben utilizarse para invalidar doctrinas que están expresadas con toda claridad en la Biblia, o el caos será total.
D.- CONCLUSIÓN
Si alguien va a jugar con la salvación porque es segura, le rogamos en el nombre del Señor que revise si realmente ha nacido de nuevo, pues es posible que no haya tenido esta experiencia vital. Muchos predicadores enseñan que la salvación no es segura, porque ven que de otro modo los fieles corren al pecado con facilidad. En realidad debieran revisar la forma que ministran y hacerlo trayendo la presencia del Señor en sus mensajes y cultos, que será la herramienta más poderosa que Dios ha provisto para que su temor estén en medio de la congregación y teman pecar.
No pretendamos ayudar a Dios haciendo explicable lo inexplicable o rebajando la Palabra para hacerla más potable a la mente natural, carnal. Precisamente la Palabra se caracteriza en chocar con la mente natural y quebrantar el corazón para que podamos recibirla. Si nos cuesta aceptar la Palabra, es tiempo que miremos que nuestra mente todavía no está suficientemente renovada como para aceptarla. No nos hemos convertido al Señor por entender la salvación, sino por aceptarla por la fe. Como dijo Pablo a los gálatas (3:30) "¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿ahora vais a acabar por la carne?",
Reconocemos que hay cosas todavía que no podemos conciliar, pero sabemos que son verdad y las aceptamos por la fe. Pablo dice en 1ª. Cor. 13:12 "Ahora vemos por espejo, oscuramente; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como fui conocido."
Estas verdades lejos de endurecernos, nos deben llevar a una humillación todavía mucho mayor al reconocer la inmensidad de la gracia de Dios que nos ha tocado.
Pedro tuvo una experiencia muy amarga cuando negó al Señor y blasfemó, pero aunque estaba escrito que si le negáremos él también nos negará el Señor no dejó a su hijo en las tinieblas. Pedro era uno de aquellos que habían nacido de nuevo para la eternidad..Queremos concluir con el precioso texto de Rom. 8:38-39 "Por lo cual estoy seguro que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro". ¿Hace falta aclarar que ni yo mismo puedo separarme?
CONTINUAMOS CON EL TEMA LA SALVACION ESCRITO POR OTRO ESCRITOR.
Libro de Romanos y la Salvacion
CONTINUAMOS CON EL TEMA LA SALVACION ESCRITO POR OTRO ESCRITOR.
Libro de Romanos y la Salvacion
Quién lo escribió (Acerca del autor) Sin ninguna duda podemos decir que el autor de este libro es el apóstol Pablo, también conocido como Saulo de Tarso. Era de la tribu de Benjamín e hijo de un Fariseo (Ro 11:1 - Hch 23:6); su madre, desconocida. Tenía una hermana que vivía en Jerusalén, (Hch 23:16) cuyo hijo ayudó a Pablo cuando los judíos tramaron un complot para matarlo (Hch 23:16); también podemos afirmar que había nacido en Tarso como ciudadano romano (Hch 16:37; 21:39; 22:25-28). Desde su nacimiento hasta su conversión hay muy poca información, solo diremos que:
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¿Qué pasaba en ese entonces? (Situación histórica, geográfica, temporal) Todas las indicaciones que ofrece la misma epístola con respecto al lugar en que se encontraba Pablo cuando escribió, apuntan hacia el período de su residencia en Corinto, Grecia, al final de su tercer viaje misionero (Hch 20:2). En ese momento indudablemente tiene la mirada puesta en Occidente, porque se propone no solo ir a Roma sino seguir adelante hasta llegar a España (Ro 15:24,28). La fecha probable en que se escribió podría ser en la primavera del 58 durante los tres meses a los que se refiere en Hch 20:3; justo antes de su última visita a Jerusalén. Corinto controlaba las rutas comerciales entre el Norte de Grecia y el Peloponeso (península y región meridional de Grecia); era una de las principales regiones de ese país, hasta que en el año 146 a.C. fue asolada por el cónsul Mummio, y sus habitantes fueron vendidos como esclavos. Recién en el año 46 a.C. fue reedificada por Cesar y comenzó a recuperar su prosperidad, siendo nombrada capital de la provincia de Acaya; por lo tanto cuando Pablo escribe la carta a los romanos, estaba en una ciudad importante, de mucho movimiento, cuya Iglesia en ese lugar tenía graves problemas. Desde aquí le escribe a una congregación que se encontraba también en una ciudad importante (la más importante de la época), pero que no tenía tantos problemas, sino más bien era un ejemplo para el resto de las Iglesias. La Iglesia de Roma estaba compuesta por Judíos y gentiles, parece ser que la mayoría pertenecía a los gentiles. No se sabe quién fundó esta Iglesia, pero lo más seguro es que hayan sido algunos de aquellos tres mil que se convirtieron con el primer discurso de Pedro, después de haber recibido el Bautismo del Espíritu Santo.
Jesús menciona la palabra "salvación" una sola vez (Lc. 19:9), pero sí usa muchas veces la palabra "salvar", para indicar en primer lugar, lo que vino a hacer (Lc. 4:18; Mt. 18:11; 20:28), y en segundo lugar, lo que se le exige al hombre (Mr. 8:35; Lc. 7:50; 8:12; 13:24; Mt. 10:22) Lc. 18:26, y el contexto, muestra que la salvación exige, un corazón humillado, la sencillez de un niño, la disposición a recibir, y la renuncia a todas las cosas por amor a Cristo, condiciones todas, que el hombre no puede cumplir por sí solo. El apóstol Pablo deja bien claro el concepto de que no hay salvación alguna por medio de la ley ( Ro. 3:19-20 ), portarse bien y cumplir la ley, no salva, la salvación es por la Fe en Cristo ( Ro. 5:1 ), y no por obras como dice Ef. 2:9. Dios, por amor a Cristo, justifica al pecador, perdona su pecado, lo reconcilia consigo mismo en y mediante Cristo, "haciendo la paz mediante la sangre de su cruz" (2 Co. 5:18; Ro. 5:11 ), lo adopta como miembro de su familia ( Gal 4:5; Ef 1:13; 2 Co. 1:22 ), haciendo de él una nueva persona, ya que pasa a ser un Hijo de Dios, vuelve a nacer, y ya nunca más podrá dejar de ser hijo ( Lc. 15: 11-32)
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